lunes, 5 de octubre de 2015

Ares el dios de la guerra

En la mitología griega, Ares (en griego antiguo Ἄρης) se considera el dios olímpico de la guerra, aunque es más bien la personificación de la brutalidad y la violencia, así como del tumulto, confusión y horrores de las batallas, en contraposición a su hermanastra Atenea, que representa la meditación y sabiduría en los asuntos de la guerra y protege a los humanos de sus estragos. Los romanos lo identificaron con Marte, dios romano de la guerra y la agricultura (al que habían heredado de los etruscos), pero este gozaba entre ellos de mucha mayor estima.
A pesar de ser identificado como dios de la guerra, no siempre sale victorioso en los combates. De hecho, resulta varias veces herido, sobre todo en sus enfrentamientos con su hermana Atenea, divinidad también guerrera. También resultó herido dos veces por Heracles y humillado por Hefesto. Se lo representa como hijo de Zeus y Hera, aunque existe una tradición posterior según la cual Hera lo concibió al tocar una determinada flor que le ofreció la ninfa Cloris, en lo que parece ser una imitación de la leyenda sobre el nacimiento de Hefesto, y es recogida por Ovidio. También existe una leyenda similar sobre el nacimiento de Eris, diosa de la Discordia. Su lugar de nacimiento y auténtico hogar estaba situado lejos, entre los bárbaros y belicosos tracios, y a este huyó cuando fue descubierto acostándose con Afrodita.
Los griegos nunca confiaron en Ares, quizá porque ni siquiera estaba influenciado por el espíritu de pertenecer a un bando, sino que a veces ayudaba a una parte y a veces a la otra, según le dictaban sus inclinaciones. Su mano destructiva se veía incluso tras los estragos provocados por plagas y epidemias. Este carácter salvaje y sanguinario de Ares lo hacía ser odiado por otros dioses, incluidos sus propios padres.
«Ares» fue también un adjetivo y epíteto en la época clásica: eran comunes los títulos Zeus Areios, Atenea Areia e incluso Afrodita Areia.

Culto

Ares era el dios griego que personificaba a la guerra. El carácter guerrero de las tribus de Tracia llevó a la creencia de que el hogar de Ares estaba en esa comarca semisalvaje, que era junto con Escitia su principal centro de culto. Ares fue adorado en Escitia con la forma de una espada, a la que no solo se sacrificaban caballos y otro ganado, sino también hombres.
La adoración de Ares en los países al norte de Grecia parece indicar que su culto se introdujo en ellos desde Tracia, y el propio carácter del dios, como es descrito por la mayoría de los antiguos poetas griegos, parece haber sido ideado poco apropiadamente a su representación en obras de arte: en efecto, no se conocen representaciones artísticas de Ares anteriores a la época de Alcámenes, quien parece haber creado el ideal de Ares. Se conservan pocos monumentos griegos con representaciones del dios, apareciendo principalmente en monedas, relieves y joyas.
Aunque importante en la poesía, Ares fue raramente objeto de culto en la antigua Grecia, en comparación con otros dioses, salvo en Esparta, donde era apaciguado la víspera de la batalla, y en el mito fundacional de Tebas, apareciendo en pocos mitos más.En Esparta había una estatua del dios encadenado, para mostrar que el espíritu de la guerra y la victoria nunca abandonaría la ciudad. En esta ciudad se le sacrificaban cachorros de perros negros (en asimilación del sacrificio nocturno ctónico de Enialio) e incluso humanos.
En el mito de los Argonautas se creía que en la Cólquide, el vellocino de oro estaba colgado de un roble en una arboleda consagrada a Ares. Desde allí se creía que los Dioscuros trajeron a Laconia la antigua estatua de Ares que se conservaba en el templo de Ares Thareitas, en el camino de Esparta a Terapnas.
La isla cercana a la costa de la Cólquide en la que se creía que moraban los pájaros del Estínfalo, y que se llamaba isla de Ares, Aretias, Aria o Chalceritis, estaba también a él consagrada.
El templo de Ares que vio Pausanias en el siglo II en el Ágora de Atenas solo había sido trasladado y rededicado allí durante la época de Augusto: en esencia era un templo romano de Marte. Sin embargo, Pausanias señala que allí había una estatua de Ares que era obra de Alcámenes. El Areópago, la ‘colina de Ares’ donde predicó Pablo, está situado a cierta distancia de la Acrópolis, y desde tiempos arcaicos se celebraban juicios allí. Esta relación con Ares, quizá basada en una falsa etimología, puede ser puramente etiológica.
En Olimpia existía un altar dedicado a este dios. También era adorado cerca de Tegea(llamado allí Ares Afneo), y en la misma ciudad de Tegea. Cerca de Tebas había una fuente consagrada a Ares. En Gerontras (Laconia), tenía un templo con una arboleda donde se celebraba un festival anual durante el que no se permitía que las mujeres se acercasen al templo.
También se rendía culto a una divinidad egipcia llamada Ares.

La Guerra de Troya

En la Ilíada, Homero representa a un Ares sin alianzas fijas ni respeto hacia Temis, el orden correcto de las cosas: prometió a Atenea y Hera que lucharía del lado de los aqueos, pero Afrodita logró persuadirlo para que luchase junto a los troyanos.
Durante la guerra, Diomedes se enfrentó a Héctor y vio a Ares luchando en el bando troyano. Diomedes pidió a sus soldados que se retirasen lentamente. Hera, la madre de Ares, vio la injerencia de este y pidió permiso a Zeus, su padre, para alejarlo del campo de batalla. Ares atacó a Diomedes con su lanza, pero Atenea desvió el ataque. Diomedes respondió con la pica y Atenea guio el golpe para herir a Ares, quien en su caída bramó como nueve o diez mil hombres y huyó al monte Olimpo, lo que obligó a los troyanos a retirarse.
Cuando Hera mencionó durante una conversación con Zeus que su hijo Ascálafo había muerto, Ares rompió a llorar y quiso unirse a la batalla del lado de los aqueos contra la orden de Zeus de que ningún olímpico debía participar en la guerra. Atenea detuvo a Ares y lo ayudó a quitarse la armadura. Más tarde, cuando Zeus permitió a los dioses tomar parte activa en la guerra de los mortales, Ares intentó vengarse de Atenea, pero terminó herido de nuevo cuando esta lo golpeó con una piedra, cubriendo al caer con su cuerpo tumbado siete yugadas.Cuando la piedra golpeó a Ares, mató a llíada y lo mandó a gobernar su patria, Tracia, un lugar de sabiduría
Hecho por: Samuel de Jesús Almejo Bautista

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